Voy a empezar esta entrada refiriéndome a un par de comentarios que hice unas entradas más abajo. Cuando dejas de intentar con todas tus fuerzas entender algo, te relajas y abres más tu mente el entendimiento llega solo.
Ayer, el ejercicio de clase seguía siendo dibujar cajas, entonces yo me puse con mi caballete mal colocado a dibujar lo primero que veía, que son cajas, por supuesto, y no quería dibujar un par de cajas, la verdad es que las estaba dibujando todas porque claro a dos metros de las cajas no puedes ver nada interesante. Total que ahí estaba yo dibujando cajas de mierda cada vez más aburrida hasta que vino Álvaro y me enseñó un espacio y me contó una historia sobre ese espacio y yo estaba flipando porque él lo estaba flipando con el espacio. Bueno el caso que yo no entendía nada y luego intenté hacer lo mismo, pero quiero que entendáis que no podía hacer lo mismo porque seguía con mi caballete a dos metros de las cajas hasta que algo se encendió dentro de mí y me puse a buscar algún espacio que me llamase la atención y me cambié de sitio (ya a un metro de las cajas donde se veían cosas más interesantes), todo esto en el quinto dibujo.
Al final no me inventé una historia sobre el espacio pero sí que me imaginaba a mí misma dentro de él, analizando las luces y las sombras y la verdad que conseguí interesarme por ese espacio y desear que me quedase lo mejor posible, que se entendiesen las figuras que hacían las sombras y la profundidad y todo lo que me ofrecía ese pequeño espacio. La conclusión es que a veces un cambio de encuadre es también un cambio de enfoque con respecto a lo que estás haciendo porque no te puedes pasar tres horas aburrido y queriendo estar en otro sitio, tienes que enfocar lo que estás haciendo de forma que disfrutes con ello porque si no lo vas a pasar bastante mal.
Os dejo por aquí abajo la serie de dibujos para que veáis la diferencia.
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